Una Europa dividida y “a dos velocidades”.

PROF. A. ENSINCK

martes 26 de septiembre de 2017 - 12:11

La llegada a Europa de olas migratorias del norte de Äfrica y el Medio Oriente han generado complejos problemas que exigen la aplicación de medidas compartidas por los países miembros. Esto,muchas veces, no se consigue. A mero título de ejemplo se puede mencionar la distribución de refugiados en el territorio de la Unión Europea, decidida en el año 2015. La misma no es respetada por países de Europa central y del este que han constituido el denominado “Visegrad Group”, conformado por la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, El objetivo de esta asociación - dentro de la Unión Europea - es profundizar relaciones con el objetivo de adelantar su integración, así como avanzar en temas de cooperación económica y militar. Esta negativa a cumplimentar lo dispuesto por el Consejo Europeo, en alguna medida colisiona con la circunstancia de ser países beneficiarios del Fondo de Cohesión Europea, organismo que financia inversiones en países de la Unión cuyo ingreso per cápita es inferior al 90% del que exhibe el promedio de los 27 países. Paradojalmente, esta negativa a recibir refugiados es contemporánea a las reacciones provocadas en Gran Bretaña de rechazo a migrantes, especialmente polacos, denunciados por algunos sectores locales como competidores por los puestos de trabajo, lo que que contribuye a la reducción de los niveles salariales. Análisis efectuados sobre la composición social de los votantes a favor del Brexit demuestran la importancia que ha tenido el voto de sectores del trabajo de bajos ingresos.

La crisis migratoria se suma a otra que, en estado latente, ya existía con las sucesivas incorporaciones de países a la Unión Europea, con fuertes disparidades en los niveles de desarrollo económico. Estas diferencias se amplían con la recesión que comienza en el 2008, lo que genera tensiones en el seno de la Unión y abre interrogantes sobre que tipo de acciones serían las adecuadas para superarlas.

En oportunidad de celebrarse el 60 aniversario de la Unión Europea - por aquel entonces la Comunidad Económica Europea (CEE) - se presentó el “Libro Blanco sobre el Futuro de Europa” preparado por la Comisión Europea. En el mismo se plantean los principales desafíos y oportunidades de Europa para los próximos años y se formulan cinco escenarios posibles para su evolución. Uno de ellos es la de una Europa a diferentes velocidades, más conocido como “la Europa a dos velocidades”. Con esta expresión se plantea que los países puedan a avanzar a diferentes velocidades en los procesos de integración. Esta alternativa tuvo un primer tratamiento en la reunión celebrada el 6 de marzo pasado en Versalles por los primeros mandatarios Hollande, Merkel y Rajoy y el Presidente del Concejo de Ministros de Italia, Gentilon,i quienes, en principio la valoraron como “el mal menor”. Por el contrario,  los integrantes del Visegrad Group se expidieron rechazando esta alternativa que, a sus criterios, sería la forma más clara de debilitar Europa.

Estas contradicciones que tienden a profundizarse en Europa, se producen en el marco de transformaciones estructurales políticas y económicas a nivel mundial, entre las que se destaca una tendencia a la afirmación de las identidades nacionales. Estos cambios, que se suman a otros de similares trascendencias, exigen análisis e interpretaciones muy cuidadosas. De la seriedad y objetividad de las mismas dependerá el trazado de los senderos más convenientes a transitar.