LA OLEADA PROTECCIONISTA Y LOS ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO

PROF. CANTA YOY

miércoles 5 de septiembre de 2018 - 18:02

 

 

 

 

LA OLEADA PROTECCIONISTA Y LOS ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO

 Profesor Carlos A. Canta Yoy[1] 

 

La situación actual del comercio internacional es preocupante para todos. No solamente para los productores, industriales, exportadores e importadores, sino también para los operadores tales como los profesionales del comercio exterior.

El viejo enfrentamiento entre el proteccionismo, el cierre a las relaciones comerciales externas y la apertura o el libre comercio está ahora en plena actualidad.

Para no remontarnos demasiado en el tiempo, es provechoso recordar lo sucedido en la década de 1930. Estados Unidos, más o menos como actualmente, era la primera potencia mundial en materia de economía y de intercambio comercial con el resto del mundo. La Ley Smoot-Hawley aprobada por el Congreso en 1930 después de la famosa crisis de 1929 era una ley restrictiva que aumentaba drásticamente las trabas y principalmente los derechos aduaneros a la  importación de alrededor de 20 mil mercaderías. El pretexto era el viejo argumento de los proteccionistas: amparar la producción agrícola e industrial y consiguientemente la mano de obra del país.

El resultado de esta medida fue una depresión del comercio mundial en toda la década de los treinta, debido a que, por añadidura, los demás países también adoptaron medidas similares. Todos perdieron y las crisis se generalizaron. En América Latina, no es casualidad, fue la década de los golpes de estado militares. En una guerra comercial como se avecina hoy nadie gana. Todos pierden. Aunque algunos más que otros.

A partir de la asunción del presidente Trump el proteccionismo está comenzando a expandirse peligrosamente a partir de las medidas adoptadas por el principal protagonista del comercio mundial. Aunque el proteccionismo siempre ha existido de una manera o de otra el proceso recién ha comenzado y las consecuencias finales, vista la experiencia, pueden llegar a ser muy duras para todos los países del mundo.

El libre comercio y la apertura parecen estar entonces en retirada. Aquella crisis de los años treinta vino a solucionarse, lamentablemente, al fin de la II Guerra Mundial que costó 60 millones de muertos. Fue necesaria una espantosa guerra para volver a la realidad. La creación del GATT en 1947 y sus comienzos el año siguiente se hizo sobre la base de la apertura comercial, la baja de los aranceles de importación, la libre circulación y la atenuación o eliminación de las restricciones no arancelarias. Los beneficios que tal política produjo son innegables dado que el comercio internacional de mercaderías se multiplicó varias veces. Nada más que en los últimos diez años se ha duplicado el monto del intercambio mundial.

El caso de la Argentina

Nuestro país ha tenido en realidad una doble política con respecto a este tema. Por un lado todavía está en los primeros lugares del ranking de los países más proteccionistas y cerrados del mundo (llegó a ocupar el segundo lugar detrás de Rusia), pero por otro lado, ha realizado muchos acuerdos de libre comercio, especialmente con países latinoamericanos pero también con otros de África (Egipto y Unión Aduanera de África del Sur) y Asia (Israel e India).

Los últimos cuatro acuerdos citados están comenzando a funcionar con buenos resultados y mejores perspectivas. También se han agregado otros países como Argelia y Vietnam con los cuales si bien no tenemos acuerdos comerciales el intercambio está aumentando. La tendencia parece ser la diversificación de nuestras exportaciones.

Respecto a los acuerdos con los países latinoamericanos, miembros de la ALADI, comenzaron a negociarse hace casi sesenta años y han funcionado aceptablemente desde entonces. El más destacado de todos por la importancia del volumen de su comercio es el Mercosur. Si bien este emprendimiento no ha alcanzado los objetivos propuestos en el momento de su creación (marzo de 1991) ha incrementado el volumen y el valor del comercio entre sus miembros. En el momento actual y desde hace algunos años padece de un estancamiento más que notorio. Pueden esgrimirse muchas y variadas razones, pero en nuestra opinión en el fondo todas pueden resumirse en una sola: el incumplimiento de lo acordado. La violación del Derecho.

Pueden citarse muchos ejemplos de la última afirmación. Basten dos nada más: el establecimiento de las licencias previas no automáticas para las importaciones de productos originarios del Mercosur y los derechos de exportación que también se aplican a las mercaderías que se dirigen a los países miembros. Ambas medidas no están permitidas expresamente por el Tratado de Asunción ni por la normativa del Mercosur, además de la existencia de sentencias del Tribunal Arbitral que prohíben la adopción de tales medidas a los países asociados.

Otros acuerdos sumamente atendibles por su buen funcionamiento son los concretados por el Mercosur con Chile (AAP.CE/35), con Bolivia (AAP.CE/36), con Perú (AAP.CE/58), con Colombia, Ecuador y Venezuela (AAP.CE/59). Es de mencionar por su importancia el acuerdo bilateral con México (AAP.CE/6) que incluye un acuerdo automotor.

Finalmente, Argentina y Brasil tienen un acuerdo fuera del Mercosur que es el realizado sobre la industria automotriz (AAP.CE/14).

Según datos de la OMC existen en el momento actual más de trescientos acuerdos de libre comercio, los cuales por ahora sobreviven a la oleada proteccionista que se avecina. Puede opinarse, claro está, a favor o en contra del proteccionismo y del libre comercio. Pero lo mejor de todo es comparar los resultados: a los países latinoamericanos, por ejemplo, cercanos que son aperturistas (Chile, Perú, Colombia y hasta México) le va mucho mejor que a los cerrados del Atlántico (Argentina, Brasil, ni qué decir Venezuela). Deberíamos preguntarnos entonces porqué y actuar en consecuencia.

 


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